El primer plástico se origina como resultado de un concurso realizado en 1860, cuando el fabricante
Estado unidense de bolas de billar Phelan y Collander ofreció una recompensa de 10.000 dólares a quien
consiguiera un sustituto aceptable del marfil natural,
destinado a la fabricación de bolas de billar. Una de las
personas que compitieron fue el inventor norteamericano Wesley Hyatt, quien desarrolló un método de
procesamiento a presión de la piroxilina, un nitrato de celulosa de baja nitración tratado previamente con
alcanfor y una cantidad mínima de disolvente de alcohol. Si bien Hyatt no ganó el premio, su producto,
patentado con el nombre de celuloide, se utilizó para fabricar diferentes objetos detallados a continuación. El
celuloide tuvo un notable éxito comercial a pesar de ser inflamable y de su deterioro al exponerlo a la luz.
El celuloide se fabricaba disolviendo celulosa, un hidrato de carbono obtenido de las plantas, en una solución
de alcanfor y etanol. Con él se empezaron a fabricar distintos objetos como mangos de cuchillo, armazones de
lentes y película cinematográfica. Sin éste, no hubiera podido iniciarse la industria cinematográfica a fines del
siglo XIX. Puede ser ablandado repetidamente y moldeado de nuevo mediante calor, por lo que recibe el
calificativo de termoplástico.
En 1909 el químico norteamericano de origen belga Leo Hendrik Baekeland (1863−1944) sintetizó un
polímero de interés comercial, a partir de moléculas de fenol y formaldehído. Este producto podía moldearse a
medida que se formaba y resultaba duro al solidificar. No conducía la electricidad, era resistente al agua y los
disolventes, pero fácilmente mecanizable. Se lo bautizó con el nombre de baquelita (o bakelita), el primer
plástico totalmente sintético de la historia.
Baekeland nunca supo que, en realidad, lo que había sintetizado era lo que hoy conocemos con el nombre de
copolímero. A diferencia de los homopolímeros, que están formados por unidades monoméricas idénticas (por
ejemplo, el polietileno), los copolímeros están constituidos, al menos, por dos monómeros diferentes.
Otra cosa que Baekeland desconocía es que el alto grado de entrecruzamiento de la estructura molecular de la
baquelita le confiere la propiedad de ser un plástico termoestable, es decir que puede moldearse apenas
concluida su preparación. En otras palabras, una vez que se enfría la baquelita no puede volver a ablandarse.
Esto la diferencia de los polímeros termoplásticos, que pueden fundirse y moldearse varias veces, debido a
que las cadenas pueden ser lineales o ramificadas pero no presentan entrecruzamiento.
Entre los productos desarrollados durante este periodo están los polímeros naturales alterados, como el rayón,
fabricado a partir de productos de celulosa.
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